
Cada año, habitantes del poblado Jahuacapa, ubicado en el municipio de Jalapa, Tabasco, participan en la celebración en honor a San Sebastián Mártir; a la par que mantienen viva la tradición de compartir con la familia, amigos y vecinos de comunidades cercanas, el degustar un rico tamal.
La relación entre ambas costumbres se originó hace más de 70 años, cuando la señora Hermila Pedrero Evoli promovió volver a realizar actividades devotas, luego de la campaña antireligiosa que durante su administración emprendió el gobernador Tomás Garrido Canabal.
Durante ese periodo en el pueblo se padecía una terrible disentería y se recuperaban de una trágica inundación, por lo que la recién conformada junta católica escogió a San Sebastián, como el patrono del lugar, sabedores de sus milagros para curar enfermedades.

Carlos Manuel López Morales, coordinador de la ermita que lleva el nombre del santo, recuerda que éste fue un soldado romano que auxiliaba a quienes estaban en prisión, y al ser descubierto “que en lugar de castigar a los presos los ayudaba, lo mandaron a flechar en un árbol”.
A doña Hermila le encargaron la imagen del santo, “fue trasladada de Veracruz a Villahermosa, y de ahí viajó al municipio de Jalapa. El 20 de noviembre de 1944 llegó a Jahuacapa por el río de la Sierra, en el barco El Armandito”, rememora López Morales.
La señora Teresita Rivero Peón agrega que “la trajeron por el paso de la luz y fue recibida con bombo y platillo, pero no se tenía un lugar donde venerarlo, no había iglesia, y alguien prestó su casa”.
Fue así como los días 19 y 20 de enero, de diversas comunidades empezaron a llegar para reverenciar a San Sebastián, incluso algunos se quedaban a pernoctar en el pueblo hasta una semana, recibiendo la hospitalidad de la comunidad.
Cada año aumentó el número asistentes, por lo que “Surgió la idea de algunas familias de preparar una pailada de tamales para repartir, se empiezan a elaborar de presa grande, y era lo que les invitaban a la gente, los recibían y le invitaban un tamal”, refiere el coordinador de la ermita.
Esto continuó hasta hace 20 años que la situación económica obligó a cambiar la costumbre y los tamales se preparan, pero solo para consumo de las propias familias; otros los venden, desde que se entra a Jahuacapa se aprecia en la entrada de las casas las mesas que sacan a la espera de recibir a los visitantes, que llegan incluso de otros estados.
Así también, a la festividad religiosa se sumó el realizar actividades culturales, y se instituyó el concurso de tamales, donde se califica el sabor, la textura, los ingredientes y la presentación.
Cada 19 de enero, desde temprano, las familias se reúnen en el parque central, para atestiguar la competencia, donde solo quienes son originarios de Jahuacapa participan, y los ganadores de los tres primeros lugares reciben un premio.
De esta forma, la comunión entre jalapanecos continua vigente, y la esperanza de recibir un milagro de San Sebastián incrementa su fe.
