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La riqueza del bambú, beneficios y ventajas de cosecharlo

A don Esteban Camacho su amor por la lectura lo llevo a conocer el bambú, y a partir de 1995 se dedica a elaborar piezas únicas hechas con este material. 

Cuenta que se juntaba con un grupo de nueve amigos e iban a la librería, y cada quien compraba un ejemplar, posteriormente intercambiaban los libros, y al final cada uno leía 10.

Don Esteban. Artesano del Bambú

“Hubo una novela de un naufrago que llegó a una isla y empezó a ver las bondades que tenía el bambú, y así me fui interesando”, recuerda.

Originario de Coatepec, Veracruz, desde hace más de 40 años reside en Tabasco, su hogar lo estableció en el municipio de Macuspana, y es un ferviente promotor de la siembra y cuidado de esta especie, de la cual existen 1215  variedades.

Platica que fue becado por una empresa para estudiar sobre el bambú en el Centro de Estudios de Orizaba, Veracruz, y posteriormente, dio clases a niños de la calle sobre los diferentes objetos que se pueden hacer con este material renovable.

Frente a su casa, en la calle Aberto, don Esteban construyó un taller, donde nos recibe para enseñarnos los muebles y diferentes productos que elabora, incluso realizó el escenario de la imposición de bandas y elección de la Flor en la Feria Tabasco 2016.

A un costado de este espacio, sembró cuatro especies de bambú: El gigante, azul, guadua y chinguia. Manifiesta que una de sus ventajas es que después de sembrados solo se necesitan cuatro años para utilizar su vara, y será continua la cosecha, por lo que resulta muy rentable:

“Un árbol de madera tiene que estar 10 años para poder cosechar ese producto, mientras que el bambú es renovable, corta una vara de bambú y al otro día ya está saliendo otra risoma, de un nuevo producto. A mayor corte, mayor calidad del producto”, puntualiza don Esteban.

Los bambúes tienen su origen en el Asia tropical, y en Tabasco se encuentran en municipios como Tacotalpa, Teapa, Huimaguillo, Cárdenas, Macuspana, Jalapa y Balancán

Pueden ser plantas pequeñas de menos de 1 metro de largo, con los tallos de medio centímetro de diámetro, hasta gigantes de 30 metros de alto y 30 centímetros de diámetro.

Don Esteban también ha ofrecido capacitaciones sobre el uso del bambú a alumnos de las Universidades Juárez Autónoma de Tabasco, y de Oxolotán porque cree firmemente que se debe promover el cuidado del medio ambiente.

Por ello que considera que en Tabasco se debería aprovechar mejor el bambú, y sembrarlo a la orilla de los ríos, “porque permite que no se erosione la tierra, y a la vez purifica el agua.”

Sin embargo, no solo la producción y creación de piezas hechas de bambú ocupan un lugar importante en la vida de don Esteban. De profesión Técnico en Sistemas de Telecomunicaciones, utiliza material reciclado, como cables y circuitos, y elementos que la naturaleza brinda, entre ellas, semillas, raíces,  y obsidianas, para realizar piezas con las que ha ganado diversos concursos en la categoría Expresión de Arte.

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Las Grutas de Cocona, el túnel imaginativo

Agua honda, es lo en dialecto zoque significa “Grutas de Cocona”, la caverna más adornada que existe en Tabasco, y la única que en todo su recorrido cuenta con un andador iluminado. Está ubicada en el municipio de Teapa, y al año recibe casi 25 mil visitantes.

En 1984 el Gobierno del Estado cambio el régimen de este territorio, conformado por 57 hectáreas, a ejido; y pasó a manos de 19 socios, quienes por decisión de la comunidad, en 1999 nombraron a don Víctor Castellanos Sánchez, administrador del lugar.

En 1876 los hermanos Laureano y Romulo Calzada, estaban de cacería acompañados de sus perros, quienes al seguir una presa, se introdujeron a la caverna, misma que encontraron a través de un tragaluz, y se quedaron asombrados al ver la magnitud de las cavernas.

La exploración científica se realizó en 1892, bajo la dirección y coordinación de José Narciso Rovirosa. Y fueron abiertas al público en 1965. Entre 1978 y 1979, durante la administración de Leandro Rovirosa Wade, se construyó el pasillo que permite recorrer el interior de las Grutas. 

Don Víctor, detalla que él tuvo la oportunidad de convivir en dos ocasiones con el poeta Carlos Pellicer Cámara, un asiduo visitante de las Grutas cada fin de semana, que gustaba de bañarse en el chorro de agua, conocido como “La regadera”.

Añade que inclusive en este sitio se inspiró para escribir: “Agua de Tabasco vengo, agua de Tabasco soy, de agua hermosa es mi abolengo y es por eso que aquí estoy, dichoso con lo que tengo”.

Las Grutas está conformada por ocho salones, algunas son: La catedral sumergida, Las maquetas, Peces ciegos, Del dios del viento, La gran bóveda, y Cocona. En sus paredes se han encontrado diversas figuras, a las que turistas y guías han nombrado de acuerdo a la forma en que su imaginación las hace percibirlas.

Al inicio se veían 35 formaciones, pero ahora hay más de 60, entre ellas, el rostro de Cristo, un monje arrodillado con un lagarto, la mandíbula de un tiburón, una tortuga, la muela del juicio, un racimo de plátano, y la serpiente enrollada.

Al inicio se veían 35 formaciones, pero ahora hay más de 60, entre ellas, el rostro de Cristo, un monje arrodillado con un lagarto, la mandíbula de un tiburón, una tortuga, la muela del juicio, un racimo de plátano, y la serpiente enrollada.

Las Grutas de Cocona encierran algunas leyendas, entre ellas se menciona que por donde está la laguna, algunos trabajadores que daban mantenimiento al lugar, oían cantar un gallo.

Así también, hace tres o cuatro años don Víctor Castellanos fue atraído por la risa de unos niños que le dijeron, vieron a un niñito desnudo, que al parecer se quería bañar.

El recorrido por las Grutas de Cocona dura alrededor de 45 minutos, y en medio del ambiente de intensa humedad, se pueden ver un cenote, y una laguna que alberga peces ciegos. Otra de las especies que abundan, son los murciélagos.

Así también, en 1978m cuando se estaba construyendo el pasillo, los trabajadores que excavaban encontraron los restos de un mamut, que actualmente se exhibe en el Museo Nacional de Antropología. 

En entornos naturales, como las cavernas de Teapa, suelen aparecer estalagmitas y estalactitas, que se forman por la precipitación de minerales disueltos en agua, mismos que tienen un crecimiento aproximado de 1 centímetro cada 100 años.

Las que caen del techo son estalactitas, y se forman por el goteo del agua, en tanto, las que salen del suelo son estalagmitas. Cuando se unen se les llama columnas, y cuando una medida como de una gota de agua las divide, se le llama beso milenario. 

Las Grutas de Cocona permanecen abierta a los visitantes los 365 días del año; y además de los 12 guías oficiales que tiene, niños de la zona que escuchan atentos sus historias, también encabezan recorridos para continuar con la tradición de enorgullecerse por tener una de las bellezas naturales, inspiradora de poemas.

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Elaboración de cayucos, tradición en peligro de extinción

A don Luciano nadie le enseñó a hacerlos, “porque antes todos usaban cayucos, y yo me fijaba, entonces a la edad  de 18 años intenté hacer uno, y sí lo saque, me sirvió para ir a pescar al campo”

Aunque continúa construyendo cayucos de gran tamaño, los  pequeños son los que más elabora y vende como artesanía. Al mes llega hacer hasta 15, cuyos precios van de los  700 a 1500 pesos, y muchos son adquiridos por personas de otras entidades.

A 22 kilómetros de capital del estado de Tabasco, se ubica el poblado Olcuatitán, en el municipio de Nacajuca, hogar de don Luciano. 

En su taller “Artesanos laguneros” elabora estos cayucos que pueden medir 10 centímetros, hasta los que pueden llevar a 15 pasajeros. Para los primeros ocupa la madera de cedro, y para los segundos del árbol del piche y de mango.

Reitera que de forma empírica inició en este oficio que considera una verdadera vocación. En esa época llegó a hacer hasta 60 cayucos por año, que vendían a los campesinos y pescadores a 15 y 20 pesos.

Pero en la actualidad solo realiza uno por año, y el precio varía de los 5 mil a los 10 mil pesos, comenta que “Ahorita apenas sale un pedido de cayuco, es una rareza, porque ahora hay de fibra de vidrio, pero no se igualan con el cayuco natural, no le puedes tirar la carga porque se quiebran”.

Aunque don Luciano transmite a sus hijos y nietos la vocación por hacer cayucos, no ha tenido mucho éxito, solo su hijo Paulino Hernández Gordillo continúa con la tradición del tallado de madera y elabora alhajeros, servilleteros, centros de mesa, entre otras artesanías.

Además, pinta con paisajes tabasqueños los cayucos que realiza su papá; en tanto, sus dos hermanas, junto con sus hijos, y su mamá, lijan los productos que posteriormente venden.

Desde el 2014 que don Luciano recibió el apoyo para abrir su taller, ha intentado transmitir sus conocimientos en el arte de hacer cayucos entre los jóvenes de la comunidad, pero con tristeza reconoce que desisten a los pocos días.

En el poblado Olcuatitán hacer cayucos surgió de la necesidad de tener un medio de transporte que comunicara el municipio de Nacajuca con Villahermosa, para llevar los diversos productos de la región.

Desde aquella época a la fecha, en don Luciano el amor por construir cayucos no ha disminuido, trabaja durante toda la semana a partir de las seis de la mañana, y con sus piezas ha participado en diversas exposiciones y concursos.

Con su mirada que refleja calma nos explica paso a paso todo el proceso para hacer un cayuco, desde la elección del tronco, el trazo de las líneas, cómo escarba la parte interior para darle un acabado limpio, después con el machete trabaja la forma exterior para darle la forma ovalada, y para finalizar lija la pieza.

En cada una deja un poco de ese amor por el oficio, que en su imaginación, le  permite navegar más allá de su hogar.