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Jaime Arturo Ávalos Gómez: del infierno dulce a la fotografía

Presentamos a continuación extractos de la entrevista publicada en el portal perroguardian.mx, el 19 de enero del 2017, realizada por Liliana Correo.

“La fotografía es como tu huella digital, tú la reconoces en cualquier parte”

Quien conoce su trayectoria, puede imaginar que el sueño de Ávalos siempre fue capturar imágenes con su lente, o estudiar algo afín a esta profesión, pero Jaime Arturo Ávalos Gómez es ingeniero en agroalimentos por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. 

Originario de Tenosique, emigró a la capital del estado en 1991. Es el segundo de siete hermanos. Algunos de sus logros en la fotografía son el Premio estatal de fotografía en Tabasco en 2005; obtuvo el premio CONACULTA a la fotografía del río Usumacinta; Segunda mejor fotografía de ranking mundial en España por la agencia Veinte Minutos.

Ávalos, se sienta frente al monitor, para mostrarme algunas de sus fotografías premiadas. La primera que encontramos fue publicada en 2009 como Segunda mejor fotografía de ranking mundial en España por la agencia Veinte Minutos, se trata de un hombre en compañía de dos caninos, a salvo en una tabla, sobre el agua que los asechaba. Fue tomada en la inundación de 2007 en Tabasco.

¿Canon o Nikon?  “Nikon, porque para este clima de Tabasco, la humedad relativa es muy alta, me di cuenta que aguanta, y aquí tengo mi primer Nikon, con esta hice mis primeras fotos”. Tomó la cámara en sus manos, como quien toma el objeto más preciado, con respeto, cuidado y admiración.

Tabasqueños o no, muchos recuerdan la inundación de 2007 y la imagen de la cabeza Olmeca del parque museo La Venta rodeada de costales que pretendían detener el agua y evitar el daño al histórico monumento. Jaime Ávalos fue uno de los primeros en capturar esa imagen publicada en el reconocido diario El País, el cual resume la inundación de Tabasco con la fotografía, en palabras de Jaime.

Las andanzas de Jaime en el periodismo comenzaron en 1994 cuando su amigo Víctor Iglesias, empleado de La Verdad del Sureste, lo convocó a trabajar como “laboratorista” en el diario.

Jaime pensó que el puesto de laboratorista tenía relación con sus estudios en la ingeniería, para hacer análisis de alimentos, pero la labor consistía en revelar fotos. Decidió quedarse –sin motivación hasta ese momento- para aprender. Fue el empeño puesto siempre en todo lo realizado por Jaime lo que hizo que se quedara con el puesto. Lidió con la temperatura requerida por los químicos para el revelado y el caluroso clima tabasqueño, que no ayudaba mucho en el proceso.

Cuando logró imprimir, en el famoso cuarto oscuro del diario, Jaime quedó impresionado, calificó como “la alquimia salvaje” al proceso que –afirma- en la era digital no tendremos la oportunidad de vivir: “Quien no lo ha visto, no puede vivir la fotografía”, comenta Avalos.

“Cuando supe imprimir dije: yo quiero ser fotógrafo ¡puedo parar cosas!”

Trabajó un año en La Verdad del Sureste para luego laborar en el diario Novedades donde le ofrecían el cuádruple del sueldo recibido, por el mismo puesto. Un laboratorio mucho más equipado lo acogía. Logró la prueba asignada y reveló el negativo más quemado con el que había trabajado.

Jaime Arturo Ávalos vivió la transición de la era mecánica a la era digital en 1996, para ese entonces la meta de ser fotógrafo estaba fijada y aguardaba consigo su primera cámara, pagó por ella $2 mil pesos. Fue una Canon T1 con la que Ávalos nació en la fotografía.

Pasó por su mente abandonar la carrera e iniciar en la licenciatura en comunicación, la cual tenía corto tiempo de surgir en la UJAT, pero algo lo detenía: “si empiezo de nuevo, mi mamá me mata”. Decidió continuar con la carrera, para después, según sus planes, solo dedicarse a la fotografía.

Después de comprar su primera cámara, ocupó libros de sus compañeros de trabajo sobre fotografía y los leyó con el interés por aprender un poco sobre el oficio que comenzaba a encantarlo.

Aun en su puesto de laboratorista, se subía al techo y tomaba fotografías: “En cada foto iba anotando: velocidad…tanto, abertura…tanto; como yo sabía cómo tenía que ser un negativo me guiaba de eso para la imagen perfecta. Empecé a practicar con la cámara, pero anotando todo”.

En el diario Novedades vivió la etapa del cambio de la portada de blanco/negro a color, recuerda que fue el primer periódico en hacerlo.

Veía la fotografía en todas partes, esto comenzaba a apoderarse de su vivir. Aunque estudiaba una carrera que ya no lo llenaba del todo, buscaba en ella a la fotografía. A cada conocimiento adquirido en la universidad le buscaba el lado B, para poder servirle al momento de practicar con su cámara. Su fuerte es trabajar con la luz, aprendió todo sobre ella en alimentos, en la carrera, curiosamente. Quién diría que Ávalos se formó también en agropecuarias como fotógrafo. Todo, absolutamente todo lo trasladaba a la fotografía.

Trabajó mucho tiempo haciendo reportajes sobre migrantes. Durante su estancia en Tenosique, vio pasar migrantes por el lugar, hablar de diez migrantes en la zona era una cifra exagerada; no transitaban tantos. 

Él afirma, que a partir de la llegada del huracán Stan en 2005 el cual causó inundaciones y desprendimientos en los países centroamericanos como Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, además del sur de México y que también destruyó todas las vías ferroviarias del pacífico, comenzaron a pasar los primeros migrantes en el tren por Tenosique. A partir de esa fecha, la ruta empezó a ser conocida por quienes salen de su país en busca de una vida mejor y era utilizada cada vez más.

Con una serie de fotografías de migrantes, material que Ávalos había obtenido por interés propio en un largo periodo, ganó el concurso nacional de fotoperiodismo por aniversario del canal 22 en 2008, fue premiado en la capital del país en una entrevista por el mismo canal.

“Quien emigra es porque quiere algo mejor, yo soy migrante, me hubiera quedado allá en el campo, pero quería algo mejor para mí”. Es por eso, quizá, la empatía del fotógrafo con los migrantes y el interés por capturar con su lente una parte del largo camino recorrido.

“Uno tiene que anticiparse, prever, la experiencia te va indicando donde puede ocurrir un acontecimiento para cubrir, tienes que estar ahí en el momento oportuno; como en matemáticas: la operación va así y el resultado será éste”.

Entre los libros del fotógrafo en su oficina, no pueden faltar las poesías de Pellicer. Frente a mí, Ávalos lee un poema. Penoso, al final de la lectura me confiesa que en la fotografía de paisaje no hace más que retratar y darle vida a la obra del escritor tabasqueño. Dentro de la poesía de Pellicer, éste habla de los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire; principal inspiración al momento de capturar el edén con su lente.

Lo cuestiono sobre lo que está haciendo para poder llegar al escalón más preciado para él, ser fotógrafo de National Geographic, lo único que hace es señalar su librero, repleto de libros sobre fotografía.

Jaime Avalos, el fotógrafo de migrantes, es muestra clave de que se puede migrar del infierno dulce a la fotografía.

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Visita Jardín Laguna y enamórate de los nenúfares

Jardín Laguna es el paraíso de los nenúfares, también conocidas como plantas acuáticas con flores, que abren sus pétalos en distintos horarios. Sus raíces pueden medir hasta 5 metros de largo, y crecen en lagos, lagunas, pantanos o arroyos.

Este espacio enclavado en la ranchería Corriente Segunda Sección del municipio de Nacajuca, Tabasco, es también el refugio de diversas especies de la fauna local; el marco perfecto para fotografiar las diversas tonalidades que la naturaleza ofrece, y el inicio del proyecto para construir una granja orgánica.

Pero sobre todo, es la pasión de Ángel Mario Frías Pérez, por vivir cada día el despertar de las siete especies de nenúfares que tiene.

Originario de la zona Chontalpa, refiere que a lo largo de los años coleccionistas como él han propagado esta planta proveniente de Asia, y “todos los días hibridadores están creando nuevas especies; aunque hay otras nativas que se están extinguiendo”.

Egresado de la Universidad Tecnológica de Tabasco como Técnico Superior en Turismo, después de 10 años  de trabajar en el ramo de la hotelería, tres de ellos en el estado de Baja California, Ángel Frías emprendió la aventura de construir tres estanques naturales, y tres estanques de producción de nenúfares en el terreno familiar. 

Las hojas de los nenúfares son paneles solares que la ayudan a alimentarse; además, “funcionan como plantas filtradoras, es decir, sus raíces van descomponiendo toda la materia orgánica de los pantanos, y los residuos de los peces o de la fauna que habitan en el cuerpo lagunar”, puntualiza.

La rápida reproducción de los nenúfares hizo que desde agosto del 2018, Ángel empezara a comercializarlos entre amigos y conocidos.

El costo de cada planta varía, desde los 150 pesos hasta los mil pesos, pero “su mantenimiento es fácil, porque entre más sol reciben, crecen y florecen más.” Agrega que “No necesitan de mucho cuidado, porque no les gusta el agua limpia u oxigenada.”

También conocidas como lirio de agua se pueden encontrar en diversas tonalidades, como lila, blanco, morado, rosa, fucsia, y amarillo.

En tanto se consolida su proyecto -que a largo plazo incluye construir en las casi tres hectáreas de terreno una granja orgánica autosustentable, que tenga un espacio para que las personas acampen- Ángel Frías dijo estar más que dispuesto a recibir visitantes en Jardín Laguna, y contagiarles su pasión por estas plantas acuáticas.

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La Enrama, una ofrenda de gratitud a San Isidro Labrador

Entregar el fruto del trabajo a San Isidro Labrador, como una ofrenda de gratitud por las bendiciones obtenidas a lo largo de un año, es una tradición que anualmente celebra la feligresía católica del municipio de Comalcalco, Tabasco. 

Conocida como la Enrama, en la última década esta actividad se realiza el domingo previo al 15 de mayo, Día de San Isidro Labrador, como una invitación a que en medio de la adversidad el pueblo tabasqueño se mantenga en pie.

Prohibida durante la época garridista, se reactivó en 1938, y fue promovida con mayor énfasis a partir de 1948, con la llegada de los misioneros del Espíritu Santo a la región.

El sacerdote Javier Lozano Parkman, originario de la Ciudad de México, que desde hace tres años está al frente de la parroquia, agrega que esta tradición también ayuda a construir el tejido social en comunión, para trabajar en paz y por la vida:

“La Enrama tiene su origen en este sentido de ofrenda, ofrecemos en gratitud al señor, a nuestro Dios, el producto de la tierra, y se comparte. Es un tema de comunidad, de compartir, aquí en Comalcalco, había y estamos tratando de mantener dos dinámicas interesantes: El trueque, que es el intercambio de productos; y el tequio, que es el intercambio de tiempo, de trabajo.”

Con fervor, alegría, y júbilo, llevando productos agrícolas, ganado, y diversos obsequios,familias recorren las calles Ignacio López Rayón y Benito Juárez, hasta llegar al parque central, para arribar a la parroquia erigida en honor al Santo Patrono. 

Esta costumbre siempre ha tenido el propósito de unificar a la comunidad, asegura José García Jiménez, “Los campesinos venían, hacían el recorrido a las 12 del día por la calle principal, era impresionante ver a los señores cargando palos colgados de ofrenda. La gente del pueblo  lo que hacíamos era salir a  ver, y apoyarlos con agua, con pozol.”

En la organización de la Enrama participan cientos de personas, a través de las comisiones de orden, del cacao, de ganado, y pozol, ya que ese día se regala a los asistentes cerca de seis mil litros de esta emblemática bebida tabasqueña.

Tres semanas antes la imagen de San Isidro Labrador recorre las parroquias del municipio, a su regreso empieza la novena, que cada año tiene distintas modalidades, entre ellas, la Enrama de los niños, de los jóvenes, de los ministros de la liturgia, los catequistas adultos, del apostolado de la cruz, de la adoración nocturna, el cursillo de cristiandad, y la renovación carismática.

“Creo que Comalcalco siente esto como un asunto de su propia identidad, es una manera de decir, somos este pueblo, somos de esta tierra, somos de Comalcalco, el cacao es algo primario, fundamental, y sí, es el momento de encontrarnos todo el pueblo celebrando”, afirma el misionero del Espíritu Santo.

En apoyo a la labor pastoral de la iglesia, los productores entregan sus ofrendas: “Aquí abajo se hace un mercadito y todos los productos, el coco, las plantitas, las aves de corral, el arroz, el café, se va vendiendo. La idea es que todo sea a un costo menor al que puedan encontrar en las tiendas, es un esfuerzo que sea una ayuda para todos.”

Los productos se venden en la parroquia San Isidro Labrador durante una semana y después se comercializa en las comunidades. Además, “Nos reunimos con muchos campesinos a hacer la quiebra del cacao, se pone a fermentar, luego se seca y se vende ya procesado. En el caso del ganado, se subasta”, explica el sacerdote Javier Lozano.

Finalmente, acompañada de su familia, la señora Alicia Baltasar Brito desea que las nuevas generaciones conozcan y participen en esta actividad: “Hacemos la extensa invitación, es algo maravilloso, estamos rescatando esas Enramas que se hacían años atrás, y la verdad que estamos muy contentos.”